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Durante años miles de viajeros subieron a un viejo tren de vía estrecha para recorrer el mismo camino entre Bilbao y León que hicieran a la inversa los vagon
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Durante años miles de viajeros subieron a un viejo tren de vía estrecha para recorrer el mismo camino entre Bilbao y León que hicieran a la inversa los vagones de carbón que alimentaban los hornos de la siderurgia vizcaína. Pero un día, el escritor Juan Pedro Aparicio emprendió ese mismo viaje y la Literatura cambió para siempre el destino del hullero. A partir de entonces, ese tren adoptó un nuevo nombre, El Transcantábrico, y protagonizó un libro de viajes que se ha convertido en un clásico. La poderosa escritura de Aparicio ensanchó la estrecha vía de aquel itinerario y convirtió al maltrecho hullero en un dragón de hierro pegado a un paisaje que cobra dimensiones fantásticas al paso por las provincias de Vizcaya, Santander, Burgos, Palencia y León. Ésta es la experiencia de un viaje en tren, pero también la historia del propio tren, la de los que lo conducen, los que lo usan y la de los territorios que atraviesa, con su pasado, su patrimonio artístico y natural, sus fantasmas Es la prueba de cómo un modesto tren sirve para construir una obra gigante.Las cien acuarelas a color que José S.- Carralero y Maribel Fraguas pintaron, siguiendo fielmente el texto de Aparicio, sirven de privilegiada ventanilla abierta a una de las aventuras más satisfactorias que pueda disfrutar cualquier lector.