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«Pertenezco a una tribu que, desde siempre, vive como nómada en un desierto del tamaño del mundo. Nuestros países son oasis de los que nos vamos cuando se s
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«Pertenezco a una tribu que, desde siempre, vive como nómada en un desierto del tamaño del mundo. Nuestros países son oasis de los que nos vamos cuando se seca el manantial; nuestras casas son tiendas vestidas de piedra; nuestras nacionalidades dependen de fechas y de barcos. Lo único que nos vincula, por encima de las generaciones, por encima de los mares, por encima de la Babel de las lenguas, es el murmullo de un apellido.» Precisamente ese vínculo es el que lleva a Amin Maalouf, en Orígenes, a volver sus ojos hacia sus raíces familiares. Hurga en su memoria para resucitar el destino de esta «tribu», los Maalouf, que desde el Líbano que les vio nacer se expandieron por el mundo para alcanzar tierras tan aparentemente lejanas a su cultura como Cuba. En esta aventura que cubre en el tiempo todo un siglo, con la misma emotividad con la que nos cautivó en León el Africano, Amin Maalouf convoca a los muertos y a los vivos, a los fantasmas de sus antepasados y a los familiares que le rodean, para explorar las leyendas que se han alimentado entre los suyos. Revuelve viejos arcones, descubre amarillentas correspondencias, apergaminadas cartas de amor e inquietudes, esperanzas y desazones que le permiten hacer el retrato de toda una época periclitada, con las convulsiones que llevaron al desmoronamiento del Imperio otomano, y forjarse una idea clara de cómo eran, cómo pensaban y lo que llevó a los Maalouf a la diáspora. Unos eran místicos, otros masones; unos profesores, otros comerciantes, y todos, soñadores políglotas y cosmopolitas. Maalouf sabe que la misma sangre inquieta corre también por sus venas y es consciente de que su periplo vital hubiera sido vano si, a través de la escritura y de su forma de ser, no hubiera sido fiel a esta genealogía emprendedora.